sábado, 1 de diciembre de 2018

Keynes y el Tratado de Versalles


El Tratado de Versalles fue un tratado de paz que se firmó en la ciudad de Versalles al final de la Primera Guerra Mundial por más de cincuenta países. Este tratado terminó oficialmente con el estado de guerra entre la Alemania del segundo Reich y los Aliados de la Primera Guerra Mundial. Fue firmado el 28 de junio de 1919 en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, exactamente cinco años después del atentado de Sarajevo en el que fue asesinado el archiduque Francisco Fernando, la causa directa de la Primera Guerra Mundial. A pesar de que el armisticio fue firmado meses antes (11 de noviembre de 1918) para poner fin a las hostilidades en el campo de batalla, se necesitaron seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París para concluir el tratado de paz. El Tratado de Versalles entró en vigor el 10 de enero de 1920.
Treaty of Versailles, English version.jpgDe las muchas disposiciones del tratado, una de las más importantes y controvertidas estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra y, bajo los términos de los artículos 231-248,​ deberían desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. El Tratado de Versalles fue socavado tempranamente por acontecimientos posteriores a partir de 1922 y fue ampliamente violado en Alemania en los años treinta con la llegada al poder de Adolf Hitler.
Artículo 231 del Tratado de Versalles:
  • Creación de la Comisión de Reparaciones de Guerra (REPKO), cuyo monto quedaba por definir.
  •  Entrega de todos los barcos mercantes alemanes de más de 1400 Tm de desplazamiento y cesión anual de 200 000 t de nuevos barcos, para restituir toda la flota mercante perdida por los aliados durante el conflicto.
  • Entrega anual de 44 millones de t de carbón, 371 000 cabezas de ganado, la mitad de la producción química y farmacéutica, la totalidad de cables submarinos, etc., durante cinco años.
  • Expropiación de la propiedad privada alemana en los territorios y colonias perdidas.
  •  El pago de 132 000 millones de marcos de oro alemanes (para aquella época 31 400 millones de dólares, 6600 millones de libras esterlinas), lo que equivale aproximadamente a 442 000 millones de dólares estadounidenses a fecha de 2012, una suma que Alemania no podía pagar y que muchos economistas en el momento consideraron excesiva,​ ya que significaba más que las reservas internacionales de Alemania, que según muchos autores causó la posterior hiperinflación.
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John Maynard Keynes, importante economista británico, fue el responsable de una de las críticas más duras al tratado de Versalles. Las consecuencias económicas de la paz (1919) argumenta su oposición a la paz ‘impuesta’ a los alemanes tras la I Guerra Mundial, ya que ellos no tuvieron oportunidad de negociar dicha paz. El economista formó parte en las negociaciones de paz, pero tras dimitir de su puesto, intentó mostrar al mundo las consecuencias que iba a tener este tratado de paz, con la intención de que se rectificara a tiempo, y se realizara otro tratado más digno para el bando vencido.

Keynes alegaba en su libro que la paz que se había llevado a cabo no perjudicaría únicamente a Alemania sino que esta paz sería catastrófica para toda Europa. El autor entendía Europa como un todo, y decía que al intentar ahogar a Alemania, se hacía daño al futuro europeo. Era muy crítico con la postura revanchista de Francia, y con la actitud británica que tildaba de indiferente y desentendida. A lo largo del libro Keynes descalifica de diferentes formas el tratado, pero sobre todo se centra en las cláusulas económicas, ya que creía que estas inducirían al mundo hacia ‘la fase más crítica que el hombre habría conocido’. Estos puntos, según Keynes, solo buscaban el declive absoluto de Alemania, para que así no volviera a suponer una amenaza para el resto de países.

Imagen1Respecto de Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos y uno de los principales arquitectos de la paz, no tuvo empacho en llamarlo un "ciego y sordo Don Quijote". De Georges Clemenceau, el líder francés, dijo directamente que era un xenófobo. Sus insultos alcanzan un punto sublime cuando se refiere a Lloyd George, el británico, como "este bardo con pies de cabra, este visitante medio humano a nuestra era desde encantados y mágicamente embrujados bosques de la antigüedad celta".

Además, Keynes, expone que la paz debería ayudar a la reconstrucción económica de Europa, ayudar a la recuperación de los países afectados en la guerra, tranquilizar la tensión entre países, y crear un futuro esperanzador que cerrara las heridas de la guerra. Todo esto sería posible a través de la Sociedad de Naciones y también, ayudados por los catorce puntos de Wilson. Aunque en el tratado que se llevó a cabo no se vio reflejado ninguno de estos aspectos sino que, todo lo contrario, Keynes escribió este libro para abrir los ojos a las generaciones futuras.

Keynes hizo algunas siniestras profecías que, andando el tiempo, se harían realidad. Entre ellas, que la incapacidad de pagar la deuda de la guerra por parte de Alemania, sería una amenaza permanente para la paz europea. La crisis económica de postguerra que azotó a Alemania pavimentó el camino al Nazismo. En esto, Keynes fue mucho más visionario (o acaso simplemente más sensato) que los estadistas que en Versalles ganaron la guerra y se las arreglaron para perder la paz.

El libro hizo vendió la importante cantidad de 84.000 ejemplares. Keynes viviría hasta después de acabada la Segunda Guerra Mundial, y por lo tanto, llegó a ser testigo de que, en la segunda ocasión, los arquitectos de la paz se portaron de manera menos irresponsable y prepotente. De hecho, la idea de que los vencedores llevaran a cabo un abultado plan de inversiones en Europa para fortalecer sus economías e infraestructuras derruidas por la guerra y convertirlos en socios comerciales prósperos y boyantes (el Plan Marshall), en el fondo no es más que una aplicación pura y simple de las ideas keynesianas, pero a un nivel internacional.


Alejandro Rocamora Fernández.
Fuentes:

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