De las muchas disposiciones del tratado, una de las
más importantes y controvertidas estipulaba que las Potencias Centrales
(Alemania y sus aliados) aceptasen toda la responsabilidad moral y material de
haber causado la guerra y, bajo los términos de los artículos 231-248, deberían
desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y
pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. El
Tratado de Versalles fue socavado tempranamente por acontecimientos posteriores
a partir de 1922 y fue ampliamente violado en Alemania en los años treinta con
la llegada al poder de Adolf Hitler.
Artículo 231 del Tratado de Versalles:
- Creación de la Comisión de Reparaciones de Guerra (REPKO), cuyo monto quedaba por definir.
- Entrega de todos los barcos mercantes alemanes de más de 1400 Tm de desplazamiento y cesión anual de 200 000 t de nuevos barcos, para restituir toda la flota mercante perdida por los aliados durante el conflicto.
- Entrega anual de 44 millones de t de carbón, 371 000 cabezas de ganado, la mitad de la producción química y farmacéutica, la totalidad de cables submarinos, etc., durante cinco años.
- Expropiación de la propiedad privada alemana en los territorios y colonias perdidas.
- El pago de 132 000 millones de marcos de oro alemanes (para aquella época 31 400 millones de dólares, 6600 millones de libras esterlinas), lo que equivale aproximadamente a 442 000 millones de dólares estadounidenses a fecha de 2012, una suma que Alemania no podía pagar y que muchos economistas en el momento consideraron excesiva, ya que significaba más que las reservas internacionales de Alemania, que según muchos autores causó la posterior hiperinflación.
John Maynard Keynes, importante economista
británico, fue el responsable de una de las críticas más duras al tratado de
Versalles. Las consecuencias económicas de la paz (1919) argumenta
su oposición a la paz ‘impuesta’ a los alemanes tras la I Guerra Mundial, ya
que ellos no tuvieron oportunidad de negociar dicha paz. El economista formó
parte en las negociaciones de paz, pero tras dimitir de su puesto, intentó
mostrar al mundo las consecuencias que iba a tener este tratado de paz, con la
intención de que se rectificara a tiempo, y se realizara otro tratado más digno
para el bando vencido.
Keynes alegaba en su libro que la paz que se había
llevado a cabo no perjudicaría únicamente a Alemania sino que esta paz sería
catastrófica para toda Europa. El autor entendía Europa como un todo, y decía
que al intentar ahogar a Alemania, se hacía daño al futuro europeo. Era muy
crítico con la postura revanchista de Francia, y con la actitud británica que
tildaba de indiferente y desentendida. A lo largo del libro Keynes descalifica
de diferentes formas el tratado, pero sobre todo se centra en las cláusulas
económicas, ya que creía que estas inducirían al mundo hacia ‘la fase más
crítica que el hombre habría conocido’. Estos puntos, según Keynes, solo
buscaban el declive absoluto de Alemania, para que así no volviera a suponer
una amenaza para el resto de países.
Respecto de Woodrow Wilson, Presidente de los
Estados Unidos y uno de los principales arquitectos de la paz, no tuvo empacho
en llamarlo un "ciego y sordo Don Quijote". De Georges Clemenceau, el
líder francés, dijo directamente que era un xenófobo. Sus insultos alcanzan un
punto sublime cuando se refiere a Lloyd George, el británico, como "este
bardo con pies de cabra, este visitante medio humano a nuestra era desde
encantados y mágicamente embrujados bosques de la antigüedad celta".
Además, Keynes, expone que la paz debería ayudar a
la reconstrucción económica de Europa, ayudar a la recuperación de los países
afectados en la guerra, tranquilizar la tensión entre países, y crear un futuro
esperanzador que cerrara las heridas de la guerra. Todo esto sería posible a
través de la Sociedad de Naciones y también, ayudados por los catorce puntos de
Wilson. Aunque en el tratado que se llevó a cabo no se vio reflejado ninguno de
estos aspectos sino que, todo lo contrario, Keynes escribió este libro para
abrir los ojos a las generaciones futuras.
Keynes hizo algunas siniestras profecías que,
andando el tiempo, se harían realidad. Entre ellas, que la incapacidad de pagar
la deuda de la guerra por parte de Alemania, sería una amenaza permanente para
la paz europea. La crisis económica de postguerra que azotó a Alemania pavimentó
el camino al Nazismo. En esto, Keynes fue mucho más visionario (o acaso
simplemente más sensato) que los estadistas que en Versalles ganaron la guerra
y se las arreglaron para perder la paz.
El libro hizo vendió la importante cantidad de
84.000 ejemplares. Keynes viviría hasta después de acabada la Segunda Guerra Mundial,
y por lo tanto, llegó a ser testigo de que, en la segunda ocasión, los
arquitectos de la paz se portaron de manera menos irresponsable y prepotente.
De hecho, la idea de que los vencedores llevaran a cabo un abultado plan de
inversiones en Europa para fortalecer sus economías e infraestructuras
derruidas por la guerra y convertirlos en socios comerciales prósperos y
boyantes (el Plan Marshall), en el fondo no es más que una aplicación pura y
simple de las ideas keynesianas, pero a un nivel internacional.
Alejandro Rocamora Fernández.
Fuentes:
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