El keynesianismo, y sus proyectos consecuentes como el Estado de
Bienestar y el desarrollismo, dio a los dirigentes mundiales la oportunidad de
salvar la democracia, cuya existencia llegó a verse amenazada debido al auge de
las economías socialistas, producto de la incapacidad del liberalismo clásico
de resolver la crisis. Debido a esta razón los principios del keynesianismo
fueron aplicados de una u otra manera en gran parte de los Estados occidentales
desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta que en los años 70s un nuevo
tipo de crisis llevó a su cuestionamiento y el resurgimiento de
aproximaciones clásicas bajo el neoliberalismo.
Si bien las repercusiones político-económicas de
Keynes y varios de sus partidarios son variadas, algunos creen que la idea del
keynesianismo es salvar al capitalismo o mantenerlo estable. Desde el lado
opuesto, pero quizás con la misma intención y similares mecanismos retóricos,
Keynes es descrito como su encantador pero ambicioso estatista maquiavélico,
quien personificaba algunas de las tendencias e instituciones más malignas del
siglo veinte.
Desde el punto de vista del propio Keynes, y a
nivel de la Economía política el punto central de su teoría se basa en una
percepción derivada tanto de Marx como de Schumpeter.
Ambos pensadores consideran que la crisis es, en el mediano y largo plazo, una
parte intrínseca del sistema capitalista (y que eventualmente lo destruirán).
Ambos pensadores permiten entonces a Keynes sugerir que el sistema delineado
por Adam Smith solo puede referirse a una etapa y momento específico en el cual
el capitalismo se estaba desarrollando pero que en general, ese desarrollo no
puede existir sin la crisis y no puede dar prosperidad a unos si es que no se
está explotando a otros.
Karl Marx indicaba que la lógica del sistema
capitalista lleva a una concentración del capital a costa de una “inmiseración”
de la clase trabajadora, lo cual creaba un enorme problema de demanda. Marx
indicó que el empobrecimiento de la población supone un grave problema para el
capitalismo: la escasa demanda. John Maynard Keynes habló también, más tarde,
de la escasez de la demanda, pero poco de la concentración del capital. Y
todavía menos de la relación entre esta concentración y el empobrecimiento de
la población trabajadora. Esta era una de las grandes diferencias entre Karl
Marx y John Maynard Keynes.
Otra gran diferencia entre Karl Marx y John Maynard Keynes, además del entendimiento de la crisis bajo el capitalismo, es en la solución a la crisis. Karl Marx creía que la solución a la crisis era una solución sistémica, que requería el cambio de la propiedad del capital, pasando de ser propiedad del capitalista a ser propiedad de los trabajadores. Este cambio de propiedad era descrito esquemáticamente en el Manifiesto Comunista, que establecía una serie de principios, excesivamente simplificados, aunque presentados con una narrativa movilizadora. Pero, Karl Marx no detalló cómo realizar dicha transición en el sistema de propiedad. Ni tampoco mostró qué políticas debían realizarse para trascender el capitalismo.
John Maynard Keynes, por el contrario, nunca se planteó la sustitución del capitalismo por otro sistema. Creía que el problema de la demanda podía resolverse con el intervencionismo del Estado, con un aumento, por ejemplo, del gasto y la financiación públicos, es decir –tal como indicó- “el gobierno y los bancos centrales pueden resolver el problema de la escasa demanda, bien directamente, con un aumento del gasto público, bien indirectamente, a través de la financiación de inversiones en programas de infraestructura”. Y la experiencia ha mostrado que el problema de la demanda podría resolverse, como se vio en la manera como se salió de la Gran Depresión (y también en la manera como no se está saliendo de la Gran Recesión actual, con las políticas de austeridad). Ahora bien, aun cuando Karl Marx subestimó la capacidad de resistencia del capitalismo, el hecho es que todos los casos de salidas de las crisis han requerido una redistribución del capital hacia el mundo del trabajo, revirtiendo la redistribución del mundo del trabajo por parte del capital, que creó esas crisis.
Si aceptamos que las crisis son parte inherente del capitalismo, la eliminación de ellas demanda medidas que vayan más allá que ese sistema. En sus palabras "solo el Estado puede restaurar los equilibrios fundamentales", y la participación del Estado implica movimiento hacia el socialismo. El problema es que por un lado él desea que esa transformación sea democrática y por el otro, cree que para eso se necesita un nivel de comprensión y control sobre la economía que, en su tiempo por lo menos, no existía. El cambio del sistema de propiedad de los medios de producción no basta para resolver los problemas de la economía. Keynes dijo en 1926, como respuesta a la proposición de que lo que se necesitaba era la "insurrección proletaria": "Nos hace falta, más que nunca, un esquema coherente... Todos los partidos políticos tienen sus orígenes en ideas del pasado, no en nuevas y ninguno más notoriamente como los de los marxistas”.
En cuanto a Hayek
respecta, es mucho más crítico y atacó con mayor efusividad al socialismo de lo
que pudo haberlo hecho Keynes. Sobre todo en su obra “el camino a la
servidumbre”.
Hayek, influenciado por
el economista Von Mises centró su crítica al socialismo en la inexistencia de
precios de mercado. Para Hayek, los precios de mercado indican una serie de
información económica dispersas y sirven para coordinar y compartiruna gran
cantidad de conocimientos individuales; por este motivo, tratar de manipular el
mercado devendría inevitablemente en un problema de falta de información, con
lo que no se satisficieran las necesidades de los consumidores y por lo tanto
no sería eficiente. Un uso e intercambio de los recursos sólo se conseguirá
mediante la economía de mercado y el sistema de precios de mercado que esta
presenta.
En su libro
anteriormente mencionado: “el camino a la servidumbre” se nos presenta otro
punto del pensamiento hayekiano anti socialista, como la planificación acaba
con la libertad personal. Así, Hayek se posicionaba como partidario de una
dictadura en la que se protegiera la libertad antes que de una democracia donde
no, poniendo como régimen ejemplar la dictadura de Salazar en Portugal.
El único argumento que
encontró Hayekpara sustentar este pensamiento que carece de nexos causales era
que sin la existencia de la propiedad privada aparece necesariamente una mega
dependencia respecto al Estado que prácticamentereduciría a los ciudadanos del
Estado a una situación de esclavitud, por mucho que los gobernantes tengan
buena intención o pretendan impulsar ciertas medidas en favor de las ciudadanos
la propia naturaleza del Estado es la que los subyugaría a la esclavitud,
debido a que el estado debería poseer unos poderes tan abrumadoramente amplios
que necesariamente repercutiría en la sociedad imponiendo las medidas decididas
a gente que pudiera estar en contra de estas, y por lo tanto acabando con su
libertad.
En caso de que las
personas se pusieran en contra de estas medidas o decisiones el estado se verá
obligado a coaccionar a estas personas, provocando así que los únicos
gobernantes capaces de llegar al puesto fueran aquellos dispuestos a cometer
todo tipo de crueldades.
Frente al fracaso y la
pobreza que han producido en la práctica las teorías liberalizadoras y
privatizadoras de Hayek cabe plantearse si realmente su alternativa al
socialismo es o no efectiva, o sí más bien sería más adecuado un término medio
como en el que se encuentra Keynes con un éxito en sus teorías, que aunque no absoluto,
si superior a las de Hayek en la práctica.
Raúl Perez Abarca
Adrián Saúl Sánchez Garda
Francesc Saldaña Llatser
Alejandro Rocamora Fernández
Fuentes:
http://www.laregion.es/opinion/jaime-rodriguez-arana/hayek-y-el-socialismo/20170619084440717611.html
http://www.libertyk.com/blog-articulos/2016/9/20/friedrich-hayek-socialismo-y-la-planificacin-para-la-esclavitud-por-jan-doxrud
“El camino a la
servidumbre” – Friedrich August Von Hayek
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